biografía
EURÍPIDES,
(Salamina, 480 a. C. - Pella, 406 a. C.) fue uno de los tres grandes poetas
trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles. Su odio por la
política fue lo que le empujó a centrar su tiempo en el estudio y en la
filosofía. Nunca fue el favorito de sus contemporáneos y, sin embargo, sí fue
reconocido enormemente año más tarde, y llegó a ser, por esto mismo, muchas
veces representado en Roma. Influyó a su vez en los dramaturgos modernos más
influyentes de Europa, que vieron en él una fuente de inspiración más profunda
incluso que en Esquilo y en Sófocles.
Es
posible, en realidad, que este reconocimiento tardío se deba a que se conservan
muchas más obras de Eurípides que de Esquilo o Sófocles. Concretamente se
conservan dieciocho, de entre las cuales destacan Orestes, Andrómaca, Medea,
Las bacantes y Las fenicias. Sin embargo, los estudiosos del mundo griego
calculan que debió escribir alrededor de noventa y dos. Centró su obra, en
cualquier caso, en los principales problemas morales y sociales que podían
afectar al hombre de su época, y planeó nuevos y poderosos interrogantes,
siempre desde una óptica escéptica y haciendo gala de un elaborado espíritu
crítico. Es por ella que, como veníamos diciendo, muchos le llamaban el
filósofo de la escena. ALCESTIS, MEDEA, LOS HERACLIDAS, HIPÓLITO, ANDRÓMACA y
HÉCUBA.
En
lo referente al estilo, Eurípides renovó la técnica dramática, a la que
incorporó el prólogo como esquema esencial de la obra, a la vez que disminuía
la relevancia del coro dentro del desarrollo de la acción. Vemos que, si bien
fueron muy diferentes, los tres maestros de la tragedia griega se
caracterizaron por un rasgo común: todos hicieron reformas en la técnica y el
estilo, mejorando lo anterior y permitiendo que el género volara con nuevas
alas y alcanzara nuevos objetivos.
Su
afán de impresionar al público le llevó por el camino de lo patético: en sus
obras predominan las escenas y los temas relacionados con la muerte y la
violencia. A pesar de que tan sólo le separaban diez años de edad con Sófocles,
los rasgos que de éste le separan son numerosos. En un siglo tan tumultuoso con
el IV a.C., una década era suficiente para cambiar gustos, tendencias y
virtudes, y más aún a partir de los cambios que fueron consecuencia de la
Guerra del Peloponeso. Estas diferencias las pudo apreciar el público y, probablemente,
a eso se deba que las obras de Eurípides no tuvieran tanta aceptación, al menos
en un principio.